domingo, 6 de diciembre de 2009


Sin sentido te busqué
No me importó la lluvia, el viaje, el tiempo empleado para llegar a ti.
Te vi, besando con pasión aquellos labios fríos y casi azules de ella, sí, ella, de la que me dijiste que ya habías olvidado, que ya nada te la recordaba, que ya ni la deseabas.
Me vi en ese momento como ajena al mundo, como si dentro de mi algo me dijera que no debía haber despertado ese día.
No me viste, pero volviste a decirme las mismas palabras que antes movilizaban mi alma y la hacías sentir tan plena, tan única.
Yo deje de mirarte, de abrazarte y sentir esa calidez que antes solo era para mí, de sonreírte aunque ya no tuviera fuerzas, de amarte con fervor, de ver en ti ese brillo especial que de forma ilusa pensé que solo me lo regalabas para mí.
Ahora vete, ve con ella regálale tus hipócritas palabras, tus besos sin sentido, tus manos sin tacto para tocar y sentir la verdadera esencia, tu alma rasgada y pérdida en la mentira y profanada por tus actos.
No me mires más, no te servirá, te ignoraré y así lo poco que me queda de ti lo mataré y lo sepultaré donde nadie ni nada pueda sacarlo.
Pero al menos déjame que te tenga en mi alma, que recuerde lo poco verdadero que fuiste, que quisiste ser, déjame soñar, dame un pedacito de lo puro que queda de ti.

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