Nos encanta sentir esos días en los que todo parece perfecto, todo parece estar totalmente equilibrado. Nos sentimos, tan llenos de alegría, de ese sentir que no lo experimentamos muchas veces, que viene esporádicamente a visitar nuestras vidas. Ha, no te vayas, les suplicamos, no queremos caer en la triste melancolía de recordarte cuando ya no te tengamos por un largo tiempo.
Pero esos días son mágicos, como si hubieran salido de un cuento, de esos que oíamos de pequeños. Parecen que provienen de esos mundos que solo habitan en nuestras mentes.
Que dulce es el sabor de la alegría cuando algo por lo cual nos esforzamos ha salido bien, cuando al fin esa persona llego a nuestra vida.
No puedo mentirles esa alegría siempre está dentro mío, pero hay veces que la terrible melancolía la opaca, la encierra en una triste y oscura celda, de la que no puede salir, pero de alguna forma siempre sale.
No se preocupen todos la tenemos dentro, solo es cuestión de nunca olvidarla y hacerla brillar tanto que apague a todo lo demás.
Sonrían aunque el camino sea difícil, yo sé bien que a la larga seremos felices, un día recibiremos una recompensa y las sonrisas borraran las lágrimas de tristezas .
